
Alfombra roja, rojos claveles, poemas , canciones y fuertes aplausos para reconocer a los que lucharon por una vida mejor, se oyeron ayer desde el zaguán, (que acogerá la placa con los nombres de los empleados municipales asesinados) hasta el salón de plenos, abarrotado presidido por una incompleta corporación, que abrió el acto institucional en memoria de los representantes democrático, de los empleados municipales y de todos los vecinos asesinados y/o represaliados.
“Mi canto es una canción de paz”, de la Coral Nora, precedió al discurso del alcalde, Ángel Navallas, cuyo compromiso y el de su grupo, (Agrupación Progresista de Sangüesa) ha sido fundamental para reparar una falta tan extendida en el tiempo. “No puedo imaginar un día más grande para esta ciudad llena de gente honesta”, expresó a la vez que recordaba el dolor profundo y la humillación sufrida a los familiares llegados de diversos puntos.
La voz potente de Jesús Ayesa, de Leache, se unió después de las aplaudidas palabras de Navallas al homenaje con la adaptación de un canto de esperanza y libertad de Labordeta. Un poema de Pilar Fanlo, Fermín Valencia, con su Alto de Loiti, y el Agur Jaunak de la Coral Nora, voces tocadas todas por la emoción, cerraron el acto institucional, antes de partir al cementerio, donde se descubrió el monolito.
El Ayuntamiento dio paso a la Asociación de Familiares de Fusilados (AFFNA), cuya presidenta, Olga Alciaga, reivindicó la responsabilidad pública de la Memoria Histórica. David Maruri, estudioso de la causa, habló de la verdadera razón de los asesinatos: el auténtico significado de las palabras y valores en los que creyeron. El menhir de la Memoria,poema del concejal Joaquín Grau, aurresku y música cerraron el merecido e inolvidable homenaje con interminables aplausos;. “Hacen falta más”, agradecía Maite, la nieta de Rocafort. “Hay que darse prisa, esto es urgente”.
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