Que la ladera de Yesa se ha movido desde hace un año como un iceberg a la deriva no es ningún misterio. Pero ponerse a fijar, medir y precisar la dimensión y magnitud de ese iceberg se antoja para la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) un auténtico jeroglífico. El deslizamiento de tierra que obligó al desalojo allá por febrero de 60 viviendas de las urbanizaciones Lasaitasuna y el Mirador no tiene todavía un límite bien definido por el oeste y lo que se temen los vecinos y los técnicos que tienen contratados para asesorarles es que el movimiento y, por lo tanto, la inestabilidad del terreno y la incertidumbre alcance varios metros más allá de la zona que la CHE mantiene desalojada. Es decir, que en la zona donde se permite residir, también hay problemas.
La urbanización Lasaitasuna tiene la mitad de sus viviendas dentro de lo que la CHE considera el perímetro de seguridad. Lo estableció en febrero, cuando fueron desalojadas las casas más cercanas a la parte de Jaca (al este), pero volvió a trazar una nueva línea de seguridad en junio, cuando permitió a 9 familias más regresar a sus viviendas. Sin embargo, los temores de los vecinos nunca se han calmado. Y la situación -lejos de amainarse, con la prudencia que solicitan las instituciones, una prudencia que los organismos competentes no garantizan y que la tozuda realidad se encarga de cuestionar- se ha agravado en los últimos días.
De hecho, esta misma semana, en dicho perímetro de seguridad, es decir en una zona donde la CHE ahora permite residir a los propietarios, han aparecido una serie de grietas totalmente nuevas, que todavía no habían salido a la superficie. Sin ir más lejos, en la barandilla que aparece en una de las imágenes que ilustra esta página, se observa que así como antes se encontraba incrustada en la pared, ahora, tras el movimiento, se ha desplazado y ha sido expulsada del muro. También hay una fractura, de unos tres centímetros, que se dibuja en un muro de contención y que ha provocado un hundimiento en la acera. A fecha de hoy, con tal hallazgo, cobra gran relevancia una de las mayores preocupaciones que afecta a los dueños de Lasaitasuna, que ya tenían claro que los daños en la urbanización se extienden fuera de ese perímetro. También esas fracturas han aparecido en varias viviendas de la denominada zona segura. En una de ellas, con el suelo de la terraza hecho jirones, los propietarios tienen que poner cubos en todas las habitaciones debido a las filtraciones de agua.
Hace mes y medio el arquitecto que asesora a los vecinos, Juan Carlos Huarte, explicaba así este fenómeno que acecha a la zona supuestamente segura pero donde la tierra se mueve. Decía que "esos daños son causados por la descompresión del terreno y porque este está sufriendo un efecto de arrastre". Al principio, la ladera se movió de norte a sur, causa de una fractura principal que atraviesa como una cuchillada todo el monte y que tiene su reflejo en la superficie, desde la coronación de la presa, a la carretera, pasando por el asfalto de las calles, por las fachadas de Lasaitasuna y que vuelve a aparecer en la ladera descalzada. "La superficie de fractura principal tiene forma de cuchara, se encuentra a 50 metros de profundidad y reflejaría los daños más graves en las viviendas, daños en muchos casos irreversibles. Pero hay otra superficie de rotura inferior a 100 metros de profundidad, que fue reconocida en un informe de junio. Y esa superficie no sabemos hasta dónde abarca, no sabemos dónde finaliza el efecto arrastre de un lado a otro", expuso en este periódico. Así siguen hoy.

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